Cabaret VOLTAIRE!
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La íntima estupidez
por Don cabrón.
En el mundo de la cultura nadie goza de tanta impunidad como los traductores de los títulos de las películas extranjeras. Es en verdad notable que se cometan tantas atrocidades con tan pocas palabras, y sin rendirle cuentas a nadie. En ocasiones, el traductor ni siquiera se toma la molestia de encontrar una variante en español para su título. Basta recordar un caso sonoro: “A hard day´s night”, la cinta de Richard Lester sobre las giras de los Beatles, que en vez de llamarse “La noche de un día difícil”, recibió el bautizo oligofrénico de “Yeah, yeah, yeah!”.
Cuando Asterix y Obelix viajaron a Bretaña, se sorprendieron de la singular construcción gramática de los ingleses: “Una romana brigada tomó el trasero patio”. El espectador mexicano no necesita excursionar tanto como los galos de la historieta para enfrentarse a construcciones falsamente bretonas; basta abrir el periódico en una cartelera que anuncie “Desesperadamente buscando a Susana”.
En alguna ocasión, Guillermo Sheridan escribió que cada vez que un traductor de títulos se queda sin ideas para promover una película de nombre “poco pegador”, usa la expresión “en apuros”. La costumbre es tan extendida que llama la atención que la megaproducción de James Cameron no se haya estrenado como “El titánic en apuros”.
Otra forma para picar al público consiste en explotar las morbosas posibilidades de la palabra íntimo. La tentación de colar este pimiento en el título es tan grande que no respeta ni a los clásicos. La novela de Henry James que la UNAM editó como El retrato de una dama, se llamó en los cines “El retrato íntimo de una dama”. El adjetivo sugiere que la obra de James se adaptó en una suerte de table dance, pero no engaña a nadie. La intimidad ha sido prometida tantas veces con el objeto de vendernos palomitas que el espectador no espera revelaciones de budoir.
Las traiciones de los títulos traducidos son tan severas que en ocasiones delatan el final de la película. La cinta de Milos Forman basada en la novela de Ken Kesey, “Un voló sobre el nido del cucú”, se llamo “Atrapado sin salida” para que supiéramos desde el principio que Jack Nicholson no podría escapar del manicomio.
Estas desgracias no sólo ocurren en nuestro tercermundista país. “After hours”, de Martin Scorsese, y que en México recibió el literal “Después de hora” en vez de “A deshoras”, en España pasó por la oficina de algún baturro españolete en apuros que la llamó de un modo más penoso y despatarrado: “¡Jo, qué noche!”.
La traducción de títulos de películas es el género literario peor ejercido, más visto y menos criticado. Si Gabriel García Márquez se decidiera a vender los derechos de su obra maestra, Cien años de soledad, a un productor extranjero, tendríamos la desgracia de ver a Aureliano Buendía con cara de Gael García o Diego Luna, y por si esto fuera poco, veríamos la película anunciada en nuestra cartelera como “Cien años de íntima soledad”.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo, Algo parecido, o peor ocurre con el soundtrack de las pelis latinas, es una basura de rokceritos pendejos. Pero el caso más pendejo fue el tema de juanes para la peli rosario tijeras, el pendejo cuenta en la cancion todo lo que pasa en la peli y terminas enterandote en 3 minutos que a rosario la matan!! Cabron pendejo por eso ni la fui a ver, ya para qué. y lo peor es que la escuché en un micro!!!
por eso yo no me subo a los micros... jaja
O como la canción nostálgica y ochentera de Lucha de gigantes que terminé odiándola cuando la tocaron las puercas manos del iñarritu.
El soundtrack que me pareció interesante fue el de la serie de las viejas golfas de SOS de televisa. Ojo no estoy diciendo que la serie estuviera buena, pero me llamó mucho la atención que se atrevieran a hacer todo el soundtrack de ambientación con un bajo fretlees.
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