miércoles, diciembre 06, 2006

Aguas si van a Nueva York



Ahora se les suma a los neoyorquinos un nuevo temor, aquel lugar está invadido por chinches; así que no sería raro si pronto a las personas que lleguen al aeropuerto de New York, New York, además de revizarlos si traen algún explosivo, sustancia química, arma o utensilio que sirva pa lastimar al prójimo, también les quiten la ropa para checar que no traigan más insectos que les chupen la sangrita.


Nueva York AFP

Durante meses, Rachel Kempster ha vivido Obsesionada día y noche, incapaz de cerrar sus ojos sin pensar sobre el nuevo terror urbano que acecha a los neoyorquinos: chinches.

"Es algo que no le deseo ni a mi peor enemigo", dijo Kempster, publicista de libros, quien describe las picaduras, la comezón, la angustia e incluso la vergüenza de la amenaza de las chinches.

Después de golpear a los barrios de Broóklyn y Queens, las chinches se han abierto paso hasta Manhatan y no han evitado ni siquiera los más adinerados y bien mantenidos edificios de la ciudad.
Las preocupaciones por las chinches han traído consigo anuncios de exterminadores que prometen llegar al rescate: “Chinches: ¡Nosotros nos hacemos cargo!”

Un insecto nocturno que crece hasta unos cinco milí¬metros, pero que al nacer es mucho más pequeño y translúcido, la chinche se alimenta de noche con la sangre de sus anfitriones. Común en Estados Unidos y Europa hasta que fue erradicada después de la Segunda Guerra Mundial, la chinche ha vuelto a las ciudades de Estados Unidos... empezando por Nueva York

"La gente fue sorprendida", dijo Louis Sorkin, entomólogo del Museo Estadunidense de Historia Natural de Nueva York. Los viajes y la prohibición de ciertos pesticidas ayudaron a permitir que las chinches regresaran, dijo.
"Cualquier habitación es objetivo, cualquier casa. La gente creía que se encuentran en lugares sucios, pero la verdad es que a ellas (a las chinches) no les importa”, dijo Sorkin, mostrando un frasco de chinches que se han alimentado de su brazo.

El entomólogo recomendó revisar las camas de hoteles en busca del insecto, aunque a menudo las chinches no son fáciles de ver.
Aunque están acostumbrados a cucarachas y roedores de todo tipo, los neoyorquinos parecen es¬pecialmente mortificados por la resurgencia de las chinches, y los diarios dedican páginas enteras a la cuestión.
Aunque las chinches no transmiten enfermedades, atacan a sus blancos en la cama y son difíciles de encontrar y erradicar.
En la tibieza de los rincones de muebles y pisos, las chinches proliferan, arrastrándose de un apartamento a otro, viajando en colchones o prendas de vestir.

Rachel Kempster notó que tenía picaduras de insectos durante seis meses, y asumió que era un caso de zancudos latosos, hasta que reconoció que enfrentaba una invasión de chinches en su hogar de Queens.
"Me di cuenta de que estaban por todas partes. Estaban en mis zapatos -los de bebé- estaban en mi armario, estaban en mis libros, estaban en todas mis libretas y en todo el papel que tenía", dijo.

Para combatir a las chinches, Kempster y su novio tiraron todo lo que creyeron pudiera estar infestado, desde libros hasta estambre para tejer.
"Tiramos los colchones, arrancamos toda la alfombra y tiramos todos los tapetes; tiramos todos mis estambres -unos mil dólares de estambre-, mi novio tiró entre la mitad y tres cuartas partes de sus libros. Tiré todos mis zapatos.
"Cuando lo veo en retrospectiva, probablemente hay cosas que no necesitaba haber tirado, pero lo hice porque me dio pánico", confesó Kempster. La purga le costó cinco mil dólares y puso en suspenso virtual su vida social.

Para Marie, una profesora de francés que pidió no se le identificara, las chinches llegaron en una mesa de segunda mano.
"Lo peor es la idea de que te piquen mientras duermes. Y el temor de que las pegues, de modo que ya no invitas huéspedes a tu casa".
En el supermercado no se venden aerosoles contra las chinches. Marie encontró un producto recomendado por un amigo de un sitio web de veterinarios. Kempster llamó a profesionales. Los consejos expertos piden inspeccionar todos los rincones y rendijas.

El número de quejas por chinches ha crecido, dicen las autoridades municipales. De junio de 2005 a junio de 2006, la ciudad recibió cuatro mil 638 quejas, comparadas con mil 839 el año anterior.
Para aplacar la mera, las autoridades están considerando una posible prohibición a la venta de colchones usados.
"Es una preocupación. Las chinches son realmente un reto porque es muy difícil librarse de ellas, y parecen capturar la atención de la gente, con seguridad", dijo Neill Coleman, vocero del Departamen¬to de Conservación y Desarrollo de Vivienda del municipio.

Educar al público era crucia!, pues existe la creencia equivocada de que las chinches están asocia¬das a casas sucias. "El problema es que la gente no lo dice, porque se sienten malos y sucios'; dijo Sorkin, del museo.
Seis meses después de su odisea, Kempster aún está obsesiona¬da por los pequeños insectos que se instalaron en su hogar.
"Aún no tenemos cama; dormimos en colchones de aire, porque puedo aspirar y no hay dónde se escondan ... Cada vez que abro un libro en nuestro apartamento reviso la portada y me aseguro de que nada se mueva" .•



De MILENIO DIARIO, 30 NOV 06.

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